Qué nos está pasando en la Mina? Josep Maria Monferrer
Ayer lunes, por la tarde, a la hora que los niños de la escuela de la
Mina salían de clase, yo estaba trabajando en el Archivo Histórico del
barrio, cuando cinco niños, con sus carteras al hombro, miraron por el
cristal y tocaron el timbre de la puerta.
Me levanté y fui a abrir.
En el momento que abrí la puerta una lluvia de escupitajos de los niños
cayó sobre mi cara y mi ropa. Los chavales salieron corriendo y
partiéndose de risa de su heroicidad.
A mí, que ya he superado los
70 años, ni se me ocurrió intentar perseguirlos, ni tampoco pegarles
gritos para manifestar mi repulsa, ni ir a los Mossos d’Esquadra a hacer
ninguna denuncia. ¿Para qué?.
La verdad es que todo mi cuerpo de llenó de una profunda pena por esos
críos que, si no cambian, serán muy pronto “carne de marginación
social”. También sentí una gran pena por sus padres; al fin y al cabo,
esos chicos no son más que la viva imagen de su realidad familiar y
social.
Y, finalmente, me invadió una inmensa tristeza por mi barrio de la Mina, que moralmente se está desmoronando.
En mis más de 35 años de profesor y de educador en este barrio jamás me
había pasado una cosa así. Pero lo preocupante no es que me haya pasado
a mí. Lo peor es que, cosas por el estilo, como agresiones, palizas,
robos, chantajes, etc., las sufren también muchas otras personas, y
“aquí no pasa nada”.
Después de más de 10 años de Plan de
Transformación Social de la Mina, y a pesar de que las Administraciones
políticas y el Consorcio aún intentan hacer creer el tópico que “La
Mina ha cambiado mucho”, hay que decir bien alto que, a pesar de tantos
millones gastados, esto no va bien.
Yo os aseguro que mi pena
personal no me va a bloquear ni voy a tirar la toalla. Mi lucha
individual y colectiva por mejorar mi barrio, a pesar de todo lo que nos
está pasando, no se va a detener por culpa de unos chavales malcriados.
Mi fe en que “un trabajo educativo de participación real” puede hacer
cambiar las cosas mucho más que los talonarios, seguirán siendo la
fuente de mi esperanza.
Los vecinos que estamos en esta lucha
exigimos respuestas de nuestros responsables políticos. Y que no nos
vengan repitiendo el rollo de siempre de que no hay dinero; dinero lo
hay para lo que se prioriza. Los de la Plataforma creemos que con más
transparencia y más participación vecinal, aunque se tengan menos
talonarios, nuestro barrio de La Mina dejaría de caer en picado por esa
pendiente de desmoralización en la que parece que “nada le importa a
nadie”.
Josep Maria Monferrer
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