miércoles, 23 de enero de 2013

Qué nos está pasando en la Mina? Josep Maria Monferrer

Ayer lunes, por la tarde, a la hora que los niños de la escuela de la Mina salían de clase, yo estaba trabajando en el Archivo Histórico del barrio, cuando cinco niños, con sus carteras al hombro, miraron por el cristal y tocaron el timbre de la puerta.
Me levanté y fui a abrir. En el momento que abrí la puerta una lluvia de escupitajos de los niños cayó sobre mi cara y mi ropa. Los chavales salieron corriendo y partiéndose de risa de su heroicidad.
A mí, que ya he superado los 70 años, ni se me ocurrió intentar perseguirlos, ni tampoco pegarles gritos para manifestar mi repulsa, ni ir a los Mossos d’Esquadra a hacer ninguna denuncia. ¿Para qué?.

La verdad es que todo mi cuerpo de llenó de una profunda pena por esos críos que, si no cambian, serán muy pronto “carne de marginación social”. También sentí una gran pena por sus padres; al fin y al cabo, esos chicos no son más que la viva imagen de su realidad familiar y social.
Y, finalmente, me invadió una inmensa tristeza por mi barrio de la Mina, que moralmente se está desmoronando.
En mis más de 35 años de profesor y de educador en este barrio jamás me había pasado una cosa así. Pero lo preocupante no es que me haya pasado a mí. Lo peor es que, cosas por el estilo, como agresiones, palizas, robos, chantajes, etc., las sufren también muchas otras personas, y “aquí no pasa nada”.

Después de más de 10 años de Plan de Transformación Social de la Mina, y a pesar de que las Administraciones políticas y el Consorcio aún intentan hacer creer el tópico que “La Mina ha cambiado mucho”, hay que decir bien alto que, a pesar de tantos millones gastados, esto no va bien.

Yo os aseguro que mi pena personal no me va a bloquear ni voy a tirar la toalla. Mi lucha individual y colectiva por mejorar mi barrio, a pesar de todo lo que nos está pasando, no se va a detener por culpa de unos chavales malcriados. Mi fe en que “un trabajo educativo de participación real” puede hacer cambiar las cosas mucho más que los talonarios, seguirán siendo la fuente de mi esperanza.

Los vecinos que estamos en esta lucha exigimos respuestas de nuestros responsables políticos. Y que no nos vengan repitiendo el rollo de siempre de que no hay dinero; dinero lo hay para lo que se prioriza. Los de la Plataforma creemos que con más transparencia y más participación vecinal, aunque se tengan menos talonarios, nuestro barrio de La Mina dejaría de caer en picado por esa pendiente de desmoralización en la que parece que “nada le importa a nadie”.

Josep Maria Monferrer

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